martes, 3 de enero de 2017

La doble moral del animalismo.

Cómo últimamente los animalistas han estado muy revoltosos en mi timeline de Twitter, me he decidido a dedicarles esta entrada en el blog, lo que además me sirve para arrancar con mi propósito de año nuevo de mantenerlo con vida.

El caso del que quiero hablar es de la "liberación" en Italia, por parte de un grupo de animalistas, de unas 600 reses. Y cuando digo liberación me refiero a romper la reja y espantar a los pobres animales.

El twit venía acompañado de una serie de comentarios en los que los afines a este movimiento se daban palmaditas en la espalda por tan "increíble hazaña". ¿Pero son conscientes de lo que han hecho?


Para quién no lo sepa, los ecosistemas presentan unos equilibrios dinámicos muy complejos y sensibles, en los que cada nicho cumple una función concreta. Si una especie invasora, como una vaca, se libera en el medio, esta competirá, y puede que incluso desplace a las especies autóctonas. Sigamos con el ejemplo de la vaca.


Los bóvidos son animales remugantes de pastos bajos y de mala calidad. Esto significa que son capaces de comer incluso en pastos donde especies más especialistas ya han pastado (por ejemplo caballos). Esto significa que, si un gran grupo de vacas es liberada en una zona concreta, arrasarán con el pasto que cápridos o cérvidos necesitan como alimento. Esto desplazará a estas poblaciones, pudiendo llevarlas a la desaparición en ese entorno. Además, como el tamaño entre estas especies es muy grande, los depredadores de estas tendrán un problema serio para alimentarse, ya que ahora sus presas naturales escasean, y sin embargo las presentes son más gregarias, grandes y fuertes.

De la misma forma, las plastas de las vacas son un serio problema. Si en la zona donde las han liberado no hay una población de escarabajo pelotero u otra especie que procese los desechos, estas impedirán que crezca hierba nueva al año siguiente (como pasó en Australia al principio de la colonización).


 El descenso en la producción de pastos, sotobosque, etc. alterará, también, la vida de la microfáuna, ya que esta depende de un cierto bioma que ahora las vacas han trastocado, lo que seguramente reduzca el éxito de estas especies, llevando también a un desplazamiento o a una posible extinción.

Como podemos ver, el efecto de una sola especie en el ecosistema puede ser enorme. Esto no significa que siempre vaya a serlo, pero soltar una gran cantidad de animales de granja en un medio salvaje, sin estudio previo de los nichos disponibles, ni de la disponibilidad de recursos, es de una irresponsabilidad tremenda.

Este es y ha sido siempre mi principal problema con el animalismo y el veganismo: la preocupación por el individuo, no por el ecosistema. Para salvar unas pocas vacas, arriesgo la vida de miles de animales, decenas de miles de plantas y hongos y vete tu a saber cuántos micro-organismos. Eso sí, nadie les quitará la superioridad moral de saber que el resto son todos unos genocidas torturadores y ellos luchan por el bien.

Para terminar, dejo aquí a una animalista diciéndole a una vñictima de violación, bueno, esto:


EDITO: al parecer, han actualizado la web y en lugar de vacas, ahora hablan de visones.  En cualquiera de los dos casos, estamos hablando de especies invasoras que tienen el mismo efecto pernicioso en el entorno.

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo, deberíamos de encerarnos todos los humanos, porque no solo estamos destruyendo el ecosistema sino todo el planeta. :P

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  2. Hay formas de vivir sin destruir el planeta, ni los ecosistemas de cada sitio, pero ha de hacerse de forma inteligente y controlada. Sin embargo, dañar así el ecosistema para alimentar tu propia superioridad moral...

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