lunes, 30 de mayo de 2016

La Bomba Demográfica no era lo que nos pensábamos.





Todos hemos escuchado, antes o después, al típico "cuñado" hablando sobre cómo los musulmanes (así, a bulto) van a invadir Occidente usando "la bomba demográfica". Este método inefable de conquista se basa en la alta natalidad de los habitantes de países en vías de desarrollo, y en que la nuestra cada vez es menor. Sin embargo, como apunta Sir David Attemborough en la entrevista de arriba, esa no es la bomba demográfica de la que tendríamos que preocuparnos.




Como muestra este gráfico, la población mundial se ha disparado en los últimos 200 años, gracias en su mayoría a los avances en agricultura, ganadería y medicina, que hacen que más humanos puedan vivir en una misma zona, por mas tiempo. El problema con esto es que, según lo que podemos observar en la naturaleza, este crecimiento poblacional es completamente insostenible (de ahí que no se deje de hablar de mejorar la eficiencia, reducir el consumo, etc.).



Los humanos, como grandes mamíferos que tenemos pocas crías, pero que nacen bien desarrolladas y a las cuales cuidamos durante años (muchas veces más allá de la infancia), en el gráfico de arriba pertenecemos al Tipo I, aquellos organismos con baja mortalidad al nacer, y mucha cuando nos hacemos mayores (lo que en la naturaleza sucede sobre los 40 años). Aun así, todos los organismos de Tipo I suelen tener una cría por temporada, ya que una gran parte mueren durante su primer año, pese a los esfuerzos de sus padres.

Con la revolución industrial y los posteriores avances, sin embargo, los humanos hemos alterado esta relación, pues hoy en día, en Occidente, y cada vez en más países, los niños son atendidos en hospitales, vacunados y bien nutridos, por lo que con tener 2 o 3 hijos unos padres pueden estar seguros de que asegurarán sus genes. De la misma forma, hoy en día las muertes por debajo de la senectud son raras, y debidas mayormente a un ocasional accidente. Estos dos hechos han inflado las cifras poblacionales en medio mundo, ya que la reducción en la natalidad no ha sido capaz de equipararse con el descenso de la mortalidad. Por tanto, hoy en día empezamos a ver cómo los recursos escasean, los países en desarrollo tienen dificultades para alimentar y vestir a sus habitantes, mientras que los recursos naturales, los ecosistemas y el propio clima sufren por el uso excesivo de una población creciente y en constante desarrollo.

Por volver a las palabras del célebre naturalista, biólogo y presentador, "la fuente fundamental de todos nuestros problemas, particularmente nuestros problemas medioambientales, se basan en el crecimiento de la población". Al final va a resultar que la "bomba demográfica" no era una bomba de una religión o cultura contra otra, sino de una especie, la nuestra, contra nosotros mismos.

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