Desde Pámies y su tropa defendiendo que una planta (venenosa) como el Espinazo del Diablo (Kalanchoe daigremontana) cura el cáncer mejor que la cirugía, la radio y la quimio, a los veganos, animalistas y demás tropa preocupadísimos por los animales de granja pero no de la fauna salvaje. De los derechos de autor de un macaco pero no de la supervivencia de dicha especie.
Nos decimos a nosotros mismos que vivimos completamente desconectados de la Naturaleza, que hemos perdido nuestro lugar, que debemos volver a nuestro verdadero ser. Esto, como muchas otras de las cosas que nos dejó el Romanticismo, es una mierda.
Lo siento, pero a la Naturaleza se la pelas. A la Pachamama se la trae floja si vives, mueres, pasas hambre o te revientas las arterias de tocino. Gaia no es más que un conjunto de células idiotas que no dejan de mirarse el ombligo durante toda su vida. Y sí, eso te incluye a ti, a mí, y a todos los seres vivos que has conocido nunca.
La Naturaleza ni es sabia, ni conjura a tu favor: simplemente es. Ya basta de pensar en el mundo como algo benevolente que pone a nuestra disposición todo aquello que necesitamos para vivir cómodamente. Que tengas internet, ropa, comida regular o una esperanza de vida que dobla la de tus antepasados lo ha hecho el hombre, la civilización y todo aquello que consideras "artificial" (pese a lo aleatorio de esa etiqueta).
Este es el razonamiento detrás de las liberaciones de animales de granja al medio salvaje, del sabotaje a un tipo de cereal que podría salvar miles de vidas o del auge del movimiento anti-vacunas. Es un rechazo a la civilización, esa misma que ha hecho que a todos estos que quieren volver a "los orígenes" se les haya olvidado por qué nos civilizamos y modernizamos.
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